La Universidad Atlántida expresa su profundo pesar por la muerte del Papa Francisco y acompaña en el dolor a quienes encuentran en su legado una guía ética y espiritual. En este contexto, Ana María Careaga, directora del Instituto de Derechos Humanos de la UA y referente en la defensa de los derechos humanos en Argentina, compartió una emotiva reflexión sobre el impacto del pontífice a nivel mundial.
“La partida del Papa Francisco representa una gran pérdida para el mundo. Su voz y su acción solidaria frente a los más débiles, a los excluidos, a los olvidados del sistema y su defensa de la paz, del medio ambiente y de los Derechos Humanos dan cuenta de su posición siempre comprometida con las causas justas. Este mundo será un poco más injusto sin su presencia”, expresó.
A lo largo de su papado, Francisco se distinguió por una mirada profundamente humana y social del cristianismo. Su constante preocupación por los sectores más vulnerados lo llevó a pronunciarse firmemente a favor de los derechos de migrantes, pueblos originarios, mujeres y víctimas de violencia estructural.
En ese sentido, Careaga recordó: “El Papa Francisco estuvo desde el inicio mismo de su gestión defendiendo los derechos de los migrantes. Su visita a Lampedusa fue un hecho memorable, así como también aquel viaje histórico en el que pidió perdón por la matanza de los pueblos originarios. Asimismo, reivindicó a las Madres de Plaza de Mayo como luchadoras que nos enseñaron el camino”.
La directora del Instituto de Derechos Humanos de la Atlántida ha tenido, además, un vínculo personal con el pontífice, quien en 2024 recibió en Roma a su hija, Anita Fernández. En ese encuentro, Francisco remarcó la importancia de preservar la memoria histórica frente al negacionismo y los discursos que relativizan los crímenes de lesa humanidad. En palabras que resonaron con fuerza, dijo: “No aflojen, conserven la memoria de lo que han recibido, no solo de las ideas sino de los testimonios”.
Francisco no solo se posicionó con claridad frente a las violaciones de derechos humanos durante la última dictadura cívico-militar argentina, sino que también recordó con afecto a Esther Balestrino de Careaga, madre de Ana María, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, víctima de los vuelos de la muerte e histórica trabajadora del laboratorio donde el Papa fue ayudante técnico en su juventud. “De ella aprendí su amplitud política”, expresó entonces.
Desde la Universidad Atlántida acompañamos a la comunidad en este momento de luto y reivindicamos la figura del Papa Francisco como un faro de justicia social, paz y dignidad humana. Su legado permanecerá vivo en cada acción que apunte a construir un mundo más equitativo y solidario.