Las 4as Jornadas de Educación de la Atlántida llegaron a su fin dejando mucho más que conferencias, talleres y mesas de trabajo: dejaron preguntas abiertas, debates que incomodan y la certeza de que pensar la educación en tiempos de inteligencia artificial es un desafío que recién empieza.
Durante tres días, en nuestras sedes de CABA y Mar del Plata, se reunieron especialistas nacionales e internacionales, docentes, estudiantes y graduados en un espacio de diálogo donde la tecnología fue el eje, pero no la única protagonista. La inteligencia artificial apareció como oportunidad y como amenaza, como herramienta de aprendizaje y como dilema ético, como motor de innovación y como riesgo de homogeneización.
“Nos atraviesa cotidianamente y nos afecta no sólo en el campo académico, sino en la vida diaria. Tenemos más preguntas que respuestas”, planteó en la apertura Alberto Iaderlevsky, director de las carreras a distancia. Esa sensación se repitió en varias intervenciones: la necesidad de detenerse, escuchar y pensar juntos.
El rector Amado Zogbi subrayó la relevancia del encuentro al destacar que el desafío no es proyectar hacia un futuro lejano, sino actuar en el presente: “Estamos formando a los profesionales que deberán conducir el mañana, con herramientas que ya forman parte de nuestra vida. Ese mañana en realidad es hoy”.
La agenda incluyó una apertura en CABA con conferencias magistrales y un panel de especialistas; en Mar del Plata, un conversatorio con gestores educativos de la región, el encuentro de estudiantes y graduados de las carreras de Educación, un espacio de socialización de experiencia y, finalmente, una tercera jornada con talleres de buenas prácticas, un debate sobre enseñanza y evaluación con IA y la presentación de la política institucional de la Atlántida sobre el tema.
Entre las conferencias centrales, la exposición de Carina Lion, doctora en Educación e investigadora de la Universidad de Buenos Aires especializada en tecnologías educativas, aportó un marco disruptivo y provocador. Invitó a imaginar qué sucede cuando delegamos cada vez más funciones cognitivas en las máquinas: “La educación es memoria, pero también es experiencia y simbolización. Si reducimos el aprendizaje a un algoritmo, perdemos lo más valioso”, advirtió. También señaló la urgencia de repensar la pregunta pedagógica como motor del conocimiento y alertó sobre los sesgos invisibles que reproducen estas tecnologías.
Desde el aula, las experiencias docentes mostraron la riqueza de ensayar usos críticos de la IA. Una profesora relató cómo sus estudiantes de Psicología analizaron un mismo caso con diferentes herramientas de IA y lograron identificar los sesgos de cada una. “Ese ejercicio crítico es maravilloso porque enseña a leer lo que produce la máquina y a razonar más allá de ella”.











