Por Martín Del Gaiso, director del XII Congreso Internacional de Salvamento Acuático y Socorrismo. Guardavidas en San Bernardo.
La educación como herramienta de prevención
La realización del XII Congreso Internacional de Salvamento Acuático y Socorrismo, organizado en conjunto con nuestra universidad en Mar de Ajó, fue una oportunidad para reafirmar una convicción: la educación es la base para prevenir tragedias en el agua. Durante tres jornadas intensas, con actividades teóricas y prácticas en natatorio y en el mar, más de ciento sesenta participantes de Argentina y del exterior se reunieron para capacitarse con las últimas novedades en socorrismo, salvamento acuático y las nuevas guías de RCP 2025.
El lema que nos guió —“la educación como herramienta para la prevención del ahogamiento”— resume la esencia del trabajo que venimos impulsando desde hace más de una década. La prevención no se logra solo con un cartel o con un silbato. Se construye con conocimiento, compromiso y responsabilidad colectiva.
El ahogamiento: un problema global
En el congreso quedó claro que el ahogamiento es un problema que afecta a todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, más de 300 mil personas mueren ahogadas cada año. Sin embargo, diversas instituciones y expertos internacionales advierten que las cifras reales podrían ser cuatro o cinco veces mayores, ya que no siempre se contabilizan los naufragios, las migraciones ni los suicidios. Lo que observamos, entonces, es apenas la punta del iceberg de una problemática profunda y compleja.
Los menores de cinco años, los jóvenes entre 15 y 24 años y los varones conforman los grupos más vulnerables. En nuestro país, los datos del 2023 del Ministerio de Salud revelan que el 84 % de las muertes por ahogamiento corresponden a ese género. Más allá de la estadística, estos números nos interpelan como sociedad.
Riesgos, hábitos y falsas seguridades
Durante el congreso, especialistas en psicología de emergencias de la RED PAE señalaron que existe una desensibilización del riesgo, especialmente entre los menores de 30 años. Las redes sociales, la necesidad de viralizar experiencias extremas y la búsqueda constante de aprobación han generado un efecto de falsa seguridad que, en muchos casos, termina en tragedias evitables.
A ello se suma la falta de supervisión adulta. El uso excesivo del celular o la distracción tecnológica en natatorios y playas se ha convertido en uno de los mayores factores de riesgo. La presencia activa y responsable de un adulto sigue siendo clave para prevenir accidentes en el agua, junto con medidas básicas como los cercos perimetrales y los chalecos salvavidas.
Avances en las guías y protocolos de emergencia
Desde el área médica, los especialistas remarcaron la importancia de incorporar la oxigenoterapia como parte esencial de la cadena de supervivencia. El suministro temprano de oxígeno puede marcar la diferencia para las víctimas que sufren hipoxia durante un accidente acuático.
Además, las nuevas guías de RCP 2025 dieron por finalizada la etapa pandémica y permiten volver a aplicar técnicas como la insuflación boca a boca. También se reafirmaron los criterios de Restricción al Movimiento Espinal en pacientes traumatizados, en línea con el Primer Consenso Argentino sobre Recomendaciones en Medicina de Emergencias realizado hace cuatro años.
La prevención comienza en la educación
La verdadera prevención se construye mucho antes de llegar al agua. Debe comenzar en las escuelas, en los medios de comunicación, en las familias. La formación ciudadana en seguridad acuática tiene que ser parte de nuestra cultura, no una reacción ante la emergencia.
Miles de personas concurren cada verano a playas sin seguridad o ingresan al mar en horarios y zonas prohibidas. Muchos niños se bañan sin la compañía de un adulto. Son decisiones que, lamentablemente, se repiten año tras año. Educar para prevenir significa transformar esas conductas.
Disfrutar del agua con conciencia
Queda poco para la temporada de verano y es el momento de actuar. Debemos respetar las normas, atender las indicaciones de los guardavidas y cuidar a quienes más lo necesitan. El agua puede y debe disfrutarse, pero con conciencia.
Desde la Atlántida, reafirmamos que el conocimiento salva vidas. La formación, la responsabilidad y el trabajo conjunto entre instituciones, profesionales y comunidad son el camino para cambiar las estadísticas. Que este verano sea recordado por momentos felices, y no por tragedias evitables.