La llegada del calor trae consigo la necesidad de la población por acercarse a espacios acuáticos artificiales y naturales. Esto, además de generar el bienestar de muchos, acarrea una situación de constante peligro ante los posibles casos de accidentes en el agua.
El ahogamiento es la denominada muerte silenciosa. Según la Organización Mundial de la Salud se define como “El proceso de sufrir dificultades respiratorias por sumersión/ inmersión en un líquido, con resultados que cabe clasificar entre: muerte, morbilidad y no morbilidad”. Este inconveniente representa hace tiempo una problemática de salud pública grave y desatendida; y forma parte de la tercera causa de muerte por traumatismo no intencional en el mundo. Según las estadísticas, supone un 7% de todas las muertes relacionadas con traumatismos.
Hace 8 años, la OMS realizó el primer informe dedicado exclusivamente al ahogamiento. En ese entonces, observó que esta cuestión se había pasado por alto, por ese motivo instó a los gobiernos para brindar prioridad a la prevención de los accidentes acuáticos, y a su integración dentro de otros planes de salud pública. Tres años después, esta misma organización de la salud publicó “Prevención de los ahogamientos: una guía de aplicación”. Esta publicación ofreció orientaciones concretas sobre el modo de llevar a cabo intervenciones destinadas a prevenir esta problemática acuática.
Actualmente, la OMS determinó que cada año fallecen en el mundo 236000 personas aproximadamente por este problema. Sin embargo, “los métodos utilizados para clasificar los datos oficiales sobre ahogamientos excluyen las muertes intencionadas (suicidio u homicidio), así como los fallecimientos resultantes de inundaciones catastróficas e incidentes en el transporte acuático”. De acuerdo con estos datos, la magnitud real de esta “muerte silenciosa” está subestimada hasta en un 50% en los países de altos ingresos; mientras que en los países de ingresos bajos y medianos puede existir una tasa de ahogados cuatro o cinco veces mayor.
Con respecto a la Argentina, según datos de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de La Nación, en el 2019 murieron 311 personas ahogadas por inmersión. Lo significativo de estos números es que, 64 de estos fallecidos, fueron menores de 5 años. Es decir, que aproximadamente cada cinco días, en nuestro país se ahogó un niño perteneciente a esa franja etaria.
En abril del 2021, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó mediante la Resolución A/RES/75/273 que el 25 de julio se celebraría “El Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos”.
Desde el año pasado, infinidad de instituciones llevan adelante (los 25 de julio) actividades, programas y propuestas para colaborar en la educación y la prevención de esta problemática. Actualmente la OMS busca que los gobiernos, los organismos de las Naciones Unidas, las organizaciones de la sociedad civil, el sector privado, la comunidad académica y las personas a título individual lleven adelante medidas tales como:
- Colocar barreras para controlar el acceso a masas de agua.
- Proporcionar lugares seguros, apartados del agua, como guarderías para los niños en edad preescolar.
- Enseñar natación, la seguridad en el agua y primeros auxilios.
- Enseñar reanimación cardiopulmonar.
- Establecer y hacer cumplir reglamentos de seguridad en la navegación recreativa y el transporte de mercancías o personas.
- Mejorar la gestión del riesgo de inundaciones.
A estas propuestas les sumamos:
- Preparar a la comunidad (por medio de la información y la educación) y prevenir a las personas en riesgo (con
medidas activas y reactivas).
- Orientar a la población a que concurran solamente a espacios acuáticos vigilados por guardavidas.
- Vigilar en forma permanente a los niños y estar siempre cerca de ellos en los espacios acuáticos. Esta acción preventiva debe ser llevada adelante por los padres o adultos responsables.
Sin duda, hay mucho por hacer. Mucho por mejorar. Ya lo decía en 1925 Myron Cox, jefe de los vigilantes de playa de Los Ángeles, EEUU: “Prevenir un rescate en lugar de hacerlo”. Ese deberá ser nuestro gran objetivo…
MG. MARTÍN JAVIER DEL GAISO
DOCENTE DE LA CARRERA DE EDUCACIÓN FÍSICA UAA, PERIODISTA, GUARDAVIDAS DE LA MUNICIPALIDAD DE LA COSTA, LICENCIADO EN EDUCACIÓN FÍSICA Y DEPORTES, MASTER EN GESTIÓN Y DIRECCIÓN DEPORTIVA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA, MIEMBRO DEL GIAPS (GRUPO INTERNACIONAL EN ACTIVIDADES DE PREVENCIÓN Y SOCORRISMO), DIRECTOR DE LA DIPLOMATURA EN INSTRUCTOR DE SALVAMENTO ACUÁTICO Y RCP DE LA UNIVERSIDAD ATLÁNTIDA ARGENTINA.