Daniel Virgili es docente de la Atlántida. Con el paso del tiempo fue dejando su huella en las tres sedes de la Universidad: Mar del Plata, Mar de Ajó y Dolores. Estudió el profesorado en Historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde hizo sus primeras armas en la investigación, orientado especialmente en la historia argentina colonial. “Este perfil me ayudaría tiempo más adelante a encarar los procesos históricos desde una perspectiva social”, señala sobre su trayectoria académica.
-¿Desde hace cuánto tiempo ejercés la docencia en la Atlántida?
En agosto del 2000 tuve la oportunidad de empezar a trabajar en la sede Mar de Ajó de la Universidad, para reemplazar a la Licenciada Graciela Bernaldo, quien empezaba a ocupar el cargo de secretaria académica y no podía atender el dictado de clases. De este modo comencé a trabajar en la cátedra de Historia Social y Económica de la carrera de Contador Público, y al año siguiente me incorporé a las cátedras de Historia de la Cultura de la Licenciatura en Turismo. Al poco tiempo la Universidad inauguró su nueva sede en Mar del Plata, donde seguí con la participación en las cátedras de Humanidades. Más adelante también viajaría a la sede de Dolores.
“La docencia está pasando por un proceso de transformación, nada volverá a ser igual”
-¿Qué balance hacés de tu experiencia?
Cuando empecé a trabajar, muchos colegas me preguntaban por la experiencia exótica de dictar clases tan lejos de Mar del Plata y viajando en combi, a mí me parecía algo interesante y divertido, pero calculaba que en unos cinco años dejaría de viajar para centrarme en otros proyectos a nivel local… ¡Quién diría que pasarían 20 años más viajando de una sede a otra y con el mismo entusiasmo! – Aclaro que paralelamente he seguido viajando para dictar clases a nivel terciario a otras localidades.
-Llevás muchos años formando parte de esta comunidad ¿Sentís que la Atlántida fue cambiando con el paso del tiempo?
Con el paso del tiempo las sedes fueron creciendo, tanto en matrícula como ediliciamente, las aulas nos fueron ofreciendo mayor cantidad de herramientas tecnológicas para dinamizar nuestras clases y los cambios en los planes de estudio también nos impulsaron a seguir formándonos y aggiornar los contenidos con el perfil de los estudiantes. Todo ello se vio casi instantáneamente cristalizado con la situación generada por la pandemia y la virtualidad. Considero que el aula virtual como “base logística” de las cátedras, en la comunicación docente-alumno ha llegado para quedarse. Podríamos decir que la docencia está pasando por un proceso de transformación porque nada volverá a ser igual una vez superado este trance, pero lo veo desde una perspectiva muy positiva y la UAA tiene todo el potencial para seguir avanzando.
-¿Qué significa la docencia en tu vida?
Todo. Es mi profesión y lo que me da identidad. Encuentro en ella algo fascinante en base a la cuestión de abordar contenidos en el aula de modo significativo, tratando de superar la clásica mirada ingenua o natural para ir hacia una perspectiva crítica; y de este modo colaborar con los estudiantes en la adquisición de herramientas para poder hacer una amplia lectura de las temáticas que los lleve a reflexionar y eventualmente debatir con fundamentos, en un clima democrático. Esto llevado al nivel de estudios superiores presenta un desafío mayor pero que resulta doblemente gratificante cuando se logra y es lo que me sigue dando impulso para continuar en esta “aventura”.