Con el objetivo de promover una universidad cada vez más inclusiva y accesible, nuestra universidad impulsó una nueva edición del proyecto de extensión Un lugar para todos, una propuesta orientada a personas con Síndrome de Down que ya han atravesado la escolaridad secundaria y que expresan el deseo de vincularse con el ámbito universitario.
La iniciativa, que articula contenidos y actividades de distintas carreras, se llevó adelante en nuestra sede de Mar del Plata y se fundamenta en el respeto por los derechos humanos y en la convicción de que el acceso al conocimiento debe ser una posibilidad real para todas las personas, más allá de sus trayectorias previas o condiciones particulares.
Durante la experiencia, los y las concurrentes participaron de clases puntuales en diversas materias, compartiendo espacios de aprendizaje con docentes y estudiantes, y explorando temáticas propias de cada campo disciplinar. La propuesta no sólo se centró en la transmisión de contenidos, sino también en el fortalecimiento de habilidades sociales, la estimulación del pensamiento crítico y el desarrollo de la autonomía.
Una de las actividades más significativas tuvo lugar en el marco de la carrera de Abogacía, donde se desarrolló un taller especial articulado con la asignatura Litigación. Allí, se llevó a cabo un simulacro de juicio en el que los participantes del proyecto asumieron el rol de parte actora, cumpliendo funciones como accionantes, testigos y abogados. Por su parte, los estudiantes de la Atlántida representaron a la parte demandada, y el ejercicio concluyó con la emisión de un veredicto y una sentencia por parte de un tribunal. Esta jornada fue precedida por encuentros de preparación donde se trabajaron conceptos jurídicos y se entrenaron habilidades clave para la instancia final.
La propuesta se alinea con el compromiso institucional de la Universidad Atlántida en la defensa de los derechos humanos, entendiendo que el acceso a la educación superior y a experiencias significativas dentro del ámbito universitario no debe estar limitado por barreras sociales o cognitivas.
Un lugar para todos reafirma que la universidad también puede ser un espacio de encuentro, de crecimiento compartido y de reconocimiento mutuo. Una comunidad que se enriquece cuando amplía sus horizontes y apuesta por una educación inclusiva, transformadora y profundamente humana.