La modalidad a distancia ha transformado la vida de muchos estudiantes que, por distintas circunstancias, necesitan compatibilizar su formación académica con el trabajo, la familia y otras responsabilidades. En la Universidad Atlántida, quienes transitan esta experiencia destacan la flexibilidad del sistema y el acompañamiento docente como factores clave para su éxito.
Un espacio de aprendizaje donde cada uno aporta su experiencia
Verónica Rollier, estudiante del Ciclo Complementario de Psicopedagogía y residente en la ciudad de Dolores, resalta la diversidad del grupo con el que comparte su cursada: «Somos más de treinta colegas de distintos puntos del país. Es un espacio de aprendizaje donde cada uno aporta su experiencia y eso enriquece muchísimo». Además, destaca la metodología de trabajo en equipo, que permite generar redes de contención y colaboración: «Nos pasamos bibliografía, nos comentamos experiencias y siempre estamos en comunicación. No es solo estudiar, es construir juntos».
Para Verónica, la decisión de retomar sus estudios fue inesperada, pero gratificante: «Me inscribí de casualidad. Era algo pendiente que tenía, pero por distintas razones no había podido terminar. Vi la publicidad en Instagram, me anoté y me encantó». También enfatiza la importancia de organizarse para compatibilizar los estudios con su vida diaria:
«Tengo dos trabajos, uno a la mañana y otro a la tarde-noche. La modalidad a distancia me permite manejar mis tiempos de aprendizaje sin descuidar mis responsabilidades laborales. Antes sentía que no tenía tiempo para estudiar, pero con esta metodología encontré el equilibrio».
Otro aspecto que valora profundamente es la calidad académica del Ciclo Complementario: «Los docentes tienen diferentes enfoques: neurocognitivo, psicoanalítico, conductual. Eso nos da una mirada integral del sujeto, fundamental para nuestra profesión». Además, destaca que las materias sean promocionables, lo que facilita avanzar con la carrera de manera organizada y sin la presión de exámenes finales extensos.
La conexión entre los estudiantes trasciende lo meramente académico. En su experiencia, la educación a distancia también le permitió reencontrarse con una vieja conocida: «En una de las clases sincrónicas vi a una chica que me resultaba familiar. Busqué su nombre en Facebook y resultó ser una compañera que había vivido en mi ciudad». A partir de ese momento, comenzaron a trabajar juntas y a sumarse a otros grupos, generando una red de apoyo que hizo más llevadera la cursada.
El desafío de estudiar y ser mamá al mismo tiempo
María Belén Martínez, profesora de Educación Física y alumna de la Licenciatura en Gestión y Desarrollo Deportivo, también encontró en la modalidad a distancia la posibilidad de continuar su formación sin descuidar su vida personal. En su caso, el mayor desafío fue compatibilizar el estudio con su reciente maternidad:
«Empecé la carrera en abril, justo cuando fui mamá. Tenía miedo de no poder con todo, pero con el apoyo de los docentes y la estructura de la universidad, lo pude llevar adelante».
Para ella, la posibilidad de asistir a clases sincrónicas fue fundamental en su proceso de aprendizaje: «Para mí era mucho más gratificante poder interactuar con el docente en vivo. Si bien las clases grabadas son una gran herramienta, el ida y vuelta en el momento hace una diferencia». También destaca el sistema de foros y los grupos de WhatsApp con sus compañeros como recursos clave para mantenerse conectada y al día con las materias.
«Había clases en las que el profesor nos daba una consigna, luego salía de la sesión y nos dejaba trabajando en grupos. Después volvíamos a la reunión general para compartir lo que hicimos. Ese tipo de metodología me pareció muy dinámica y efectiva», comenta María Belén.
A quienes dudan sobre embarcarse en una carrera bajo esta modalidad, María Belén les envía un mensaje claro: «Anímense. Es desafiante, pero el acompañamiento que tenemos hace que valga la pena. No están solos en el proceso, y los resultados son muy gratificantes».
Un mundo nuevo desde el proceso educativo
Carina Buglia, docente con más de 20 años de experiencia, también encontró en la educación a distancia una oportunidad de crecimiento. Se graduó en la Licenciatura en Educación con Tecnologías en la UA y valora profundamente el impacto de esta formación en su desarrollo profesional.
«Nunca había estudiado a distancia, siempre en modalidad presencial, pero cuando uno trabaja se vuelve difícil organizar los horarios de cursada. La pandemia cambió mi mirada sobre la educación y cómo seguir capacitándome», explica.
Para Carina, la calidad académica y el acompañamiento de los docentes fueron aspectos fundamentales en su experiencia: «Tenía muchas expectativas y me sorprendió gratamente. Los docentes tienen un nivel espectacular y están muy bien preparados. Descubrí un mundo nuevo desde el proceso educativo y aprendí muchísimo».
Otro de los puntos más valiosos de su formación fue la interacción con compañeros de todo el país, lo que enriqueció aún más su proceso de aprendizaje. «Trabajé con gente de Mendoza, San Juan, Mar del Plata y de mi propia localidad, San Bernardo, a quienes nunca vi personalmente, pero la tecnología nos mantuvo conectados todo el tiempo. Nunca sentí la falta de presencialidad porque siempre hubo un ida y vuelta constante», afirma.
Su experiencia la llevó a recomendar la educación a distancia, resaltando la flexibilidad de los tiempos y la calidad de los contenidos como factores clave para quienes desean seguir formándose sin descuidar otras responsabilidades: «Si alguien está dudando, le diría que se anime. No es lo mismo que la presencialidad, pero si uno se organiza, logra resultados increíbles».
Las historias de Verónica, María Belén y Carina reflejan el impacto positivo que tiene la educación a distancia. Un modelo que, lejos de ser impersonal, se construye día a día con la participación activa de docentes, estudiantes y una comunidad comprometida con el aprendizaje.